A partir de ese momento, el ciclismo dio un giro enorme para mí. Si salía a rodar en solitario por carretera, podía sentirlo como un entrenamiento. En cambio, si sales solo en una ruta de gravel, te sientes como si estuvieras explorando. Alejado de los coches, eres libre de ir por donde quieras y no tienes que preocuparte de estar en el lugar equivocado", continúa Liam, señalando los campos que rodean su casa.
Para Liam, como para la mayoría de los entusiastas del gravel, este deporte es algo más que lograr una clasificación. Son las sensaciones que transmite. Y compartir esas sensaciones con los demás, devolviendo algo a la comunidad del gravel, llevó a Liam al mundo de la organización de eventos. "No hubo eventos durante el confinamiento, así que pensé en hacer una ruta bonita. Básicamente, ideé una ruta muy dura para mi hermano y mis compañeros, que compartí en las redes sociales. La gente estaba ansiosa por saber dónde estaban todos los puntos, así que pensé que tal vez podría convertirlo en un evento completo".
Ahí comenzó el SSX [Sussex] Mystery Tour. La cuota de inscripción para la primera edición era de 4 libras, que era más o menos el precio de una bebida en la meta. Nació una comunidad que empezó a crecer casi de inmediato. Cada año la ruta parece más exigente. Me inspiro en los tramos más duros que he conocido en otras carreras, como la Carrera de Montaña de la Ruta de la Seda. Esos tramos te exigen tanto que aportan a todos los que los han hecho una experiencia compartida, incluso si se hace en solitario, que siempre recordarán".